Nuestro comienzo por la Educación en casa.

        El comienzo de nuestro viaje en el homeschooling





¡Hola a todos los lectores de mi blog! 

Me alegra tener la oportunidad de presentarme. Soy Sofía y junto a mi esposo Eduardo, formamos una familia chilena que se compone de cuatro integrantes: nuestros pequeños hijos Elías y Eduardo, de 9 y 6 años respectivamente, y por supuesto, nosotros dos. 


Hace unos meses, tomamos una importante decisión que ha cambiado el rumbo de nuestras vidas: decidimos asumir la responsabilidad de educar a nuestros hijos en casa, alejándolos del sistema tradicional de escolarización. Fue una decisión que no tomamos a la ligera, sino que llegó después de mucha reflexión, dudas y preguntas que surgieron en nuestra mente. 

Nuestro hijo mayor, Elías, estaría por ingresar a su tercer año en el colegio, mientras que Eduardo cursaría su segundo año de escolarización tradicional. Durante esos años, pasamos por varios procesos que nos llevaron a cuestionarnos sobre la educación que nuestros hijos estaban recibiendo. 


Con el tiempo, nos dimos cuenta de que surgían cada vez más situaciones que generaban malestar tanto en nosotros como padres, como en ellos como niños. Parecía que éramos vistos como los típicos padres conflictivos que siempre estaban a la defensiva con respecto al actuar del establecimiento educativo. 


Recuerdo claramente una ocasión en la que Elías nos contó que su profesora golpeó la mesa con una varilla y luego les gritó para que guardaran silencio en la sala. Además, con esa maestra, los niños no podían conversar, levantarse de sus asientos ni jugar. Al acudir al colegio en varias ocasiones para plantear nuestras preocupaciones, nos encontramos con excusas y nos indicaron que éramos los únicos padres que expresaban su descontento con el trato hacia los niños. 


Estas y muchas otras situaciones similares siguieron ocurriendo, hasta que llegó un momento en el que nuestros hijos se resfriaron y tuvieron que faltar a clases durante dos semanas. Durante ese tiempo, nos vimos en la necesidad de enseñarles nosotros mismos los contenidos que se estaban abordando en el colegio, ya que al regresar se enfrentarían a una montaña de pruebas. 


Para nuestra sorpresa, durante esas dos semanas sucedió algo sorprendente: Eduardo aprendió a leer y a escribir. Aunque siempre supimos que era una capacidad que lograría desarrollar, nos sorprendió gratamente la rapidez con la que lo hizo. Lo más significativo fue poder presenciar ese proceso junto a él, sin que nadie nos contara cómo sucedió. Vimos en su rostro la felicidad y el amor por aprender... Lo que no había ocurrido en casi tres meses en el colegio, lo logró en dos semanas, en la comodidad y seguridad de su hogar. 

Fue en ese momento que descubrimos el homeschooling, una forma de educación en el hogar. Luego de leer, ver videos e investigar exhaustivamente, comenzamos a considerar seriamente la idea de asumir la educación de nuestros hijos de manera directa. 


Este período estuvo marcado por dudas y preguntas constantes. Nos planteamos interrogantes como: ¿Es realmente posible educar a los niños en casa? ¿Es legal en Chile? ¿Tenemos la capacidad como padres para hacerlo? ¿Podrán los niños aprender de esta forma? ¿Supone un costo elevado? Estábamos inmersos en un mar de incertidumbres y cuestionamientos. Cambiar el rumbo de la historia parecía una tarea difícil, especialmente considerando que la gran mayoría de las personas hemos sido escolarizadas de manera tradicional. 


En medio de nuestras oraciones, le pedimos a Dios que nos mostrara cuál era Su voluntad para nuestros pequeños. Después de todo, dependemos completamente de Él y no podíamos dejarlo fuera de una decisión tan importante... En realidad, no podemos dejarlo fuera de ninguna decisión. 

Finalmente, durante una visita médica, mi esposo escuchó una conversación que cambiaría por completo nuestras vidas. No fue una conversación cualquiera, sino una que se convirtió en la respuesta que habíamos estado esperando de Dios. En aquella ocasión, una madre llegó junto a su familia y comenzó a hablar con la secretaria. La secretaria le preguntó si sus hijos habían asistido al colegio ese día, y la respuesta sorprendió tanto a la secretaria como a mi esposo. La madre reveló que sus hijos no asistían al colegio, sino que eran educados en casa por ella y su esposo. 


Cuando mi esposo me contó lo sucedido, decidimos acercarnos a esa familia para conocer su historia, experiencia y proceso en el homeschooling. Nos compartieron su testimonio y nos brindaron información valiosa. Fue a través de ellos que Dios nos respondió, utilizando a esa familia como instrumento en nuestra vida. Estaremos eternamente agradecidos por su ayuda. 


Es importante destacar que aún mantenemos contacto con ellos y siguen siendo una parte importante de nuestro viaje, porque creemos firmemente que no existen casualidades, sino propósitos en la vida. 


A partir de ese momento, iniciamos nuestro camino en el homeschooling. Después de todo, ¿Quién tiene la responsabilidad principal de educar a los hijos? ¿Tienes tú la respuesta para esa pregunta? Nos encontraremos nuevamente en el próximo artículo. 


Sofía Irribarra 

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